¿Y si el mayor riesgo de tu próxima adquisición no estuviera en los números, sino en el código?
En las operaciones de fusiones y adquisiciones (M&A), solemos fijarnos en lo más evidente: cifras de crecimiento, sinergias prometedoras, ventajas competitivas. Pero lo que muchas veces no se ve (y, sin embargo, puede cambiarlo todo) es la arquitectura del software que sostiene ese negocio.
No aparece en los balances, no lo reflejan las hojas de cálculo, pero está ahí, haciendo posible (o bloqueando) la escalabilidad, la integración tecnológica y la capacidad de innovación tras una adquisición. Cuando ese software arrastra deuda técnica, está mal estructurado o depende de un conocimiento no compartido, los riesgos emergen donde menos se esperan: en costes ocultos, fricción operativa y oportunidades perdidas de crecimiento.
En Codurance, ayudamos a fondos de inversión y scale-ups a mirar más allá de los números y a tomar decisiones estratégicas con una visión tecnológica clara, realista y accionable.
Porque detrás de cada decisión acertada en M&A, hay una base tecnológica bien evaluada, una hoja de ruta priorizada y un enfoque que pone la evolución del software al servicio del crecimiento empresarial.
El software puede ser el factor decisivo entre el éxito o el fracaso de una operación de M&A. Imagina esto: estás a punto de cerrar una adquisición millonaria. Todo encaja sobre el papel: finanzas en orden, equipo sólido, proyecciones prometedoras. Pero hay una pregunta crítica que, si no se formula a tiempo, puede desestabilizar toda la operación: ¿Puede esa tecnología sostener el ritmo del crecimiento que buscas?
En el corazón de muchas empresas (incluso de aquellas que no se consideran "tech") vive el software. Es el motor que conecta equipos, impulsa productos, automatiza procesos y permite escalar. Pero cuando ese motor está anclado en sistemas legacy, arquitecturas obsoletas o desarrollos sin visión, se convierte en un freno. Invisible, pero poderoso.
En esta sección, exploraremos los principales problemas que puede resolver la modernización del software, desde las dificultades para incorporar nuevas funcionalidades hasta los elevados costes operativos o los largos ciclos de desarrollo. También analizaremos cómo elegir una estrategia de modernización adecuada puede ser el factor clave para superar estas barreras y liberar todo el potencial de tu organización.
La modernización del software no es solo una actualización técnica. Es una palanca estratégica para el crecimiento y la integración tras una adquisición. Se trata de transformar lo que ya existe para alinearlo con los retos de hoy y las oportunidades de mañana. Reescribir, migrar, rediseñar… sí. Pero sobre todo, repensar.
Cuando se hace bien, esta transformación tecnológica desbloquea agilidad, reduce costes operativos y acelera la entrega de valor. Permite que la tecnología deje de ser una deuda y se convierta en una ventaja competitiva sostenible. Una buena estrategia de modernización puede marcar la diferencia entre una empresa lista para escalar y otra que se desmorona bajo el peso de su propio stack.
En una operación de M&A (fusiones y adquisiciones), el software no es un detalle técnico: es una dimensión crítica. Su estado impacta directamente en la valoración de la empresa, en la integración post-adquisición y en la velocidad a la que podrás capturar sinergias reales. ¿Está listo para escalar? ¿Puede integrarse sin fricciones? ¿Tiene vulnerabilidades ocultas? Muchas veces, el software es el producto, el canal de venta o el sistema que conecta finanzas, operaciones y atención al cliente. Evaluarlo a fondo es tan importante como revisar los balances financieros.
Tras más de una década acompañando a fondos de inversión y empresas tecnológicas, hemos comprobado cómo una base tecnológica deficiente puede encarecer, retrasar o incluso comprometer una adquisición. Por eso insistimos: incluir una Technical & Product Due Diligence (T&PDD) no es opcional. Es una herramienta clave para detectar riesgos invisibles, mitigar incertidumbre y tomar decisiones con datos antes de firmar el acuerdo. Porque al final del día, no se trata de tener la tecnología perfecta, sino la adecuada: una que te permita crecer, escalar y evolucionar con confianza.
En una operación de adquisición, las cifras financieras son solo una parte del análisis. Los compradores experimentados miran más allá del balance: buscan entender si la infraestructura tecnológica que sostiene al negocio está realmente preparada para escalar, integrarse y resistir el paso del tiempo.
Aunque a veces pasa desapercibido en las primeras conversaciones, el software revela mucho más que líneas de código: habla del estado real del negocio y de su capacidad para crecer. Lo que los compradores buscan, en esencia, es esto:
Cuando el software no cumple con las expectativas, el impacto es inmediato: aumentan los costes de integración, se alargan los plazos y crecen los riesgos operativos. Esto afecta directamente a la valoración final y, en algunos casos, puede hacer que una operación prometedora se congele, se renegocie o ni siquiera se firme. Porque en el mundo de las adquisiciones, el software ya no es solo infraestructura: es una prueba clara de cuán preparada está una empresa para el futuro.
No siempre es evidente en los primeros análisis de una operación de M&A; no se ve en los estados financieros ni en las métricas comerciales, pero está ahí, oculto entre líneas de código y decisiones del pasado: el software heredado. Y aunque pase desapercibido, puede convertirse en uno de los factores más costosos a medio y largo plazo.
Ignorar los riesgos técnicos en fusiones y adquisiciones puede desencadenar retrasos, sobrecostes y bloqueos estratégicos justo cuando más se necesita avanzar. Identificar estos riesgos desde el inicio, mediante una auditoría tecnológica en M&A, es clave para proteger el valor de la operación y asegurar una integración fluida.
Estos son algunos de los desafíos técnicos más frecuentes en procesos de adquisición o fusión:
Nos referimos a código complejo, sin pruebas automatizadas, con dependencias desactualizadas y sin mantenimiento activo. A menudo, además, sin documentación útil y con una arquitectura que dificulta cualquier intento de evolución.
Cuando se entra en una etapa de crecimiento o integración, esa deuda técnica actúa como un freno inesperado. La necesidad de estabilizar o reescribir componentes críticos puede forzar nuevas inversiones, alterar hojas de ruta y desviar foco. El impacto no es solo técnico: puede comprometer los plazos de entrega de valor al negocio adquirido.
Algunos sistemas están tan personalizados que solo una o dos personas dentro del equipo técnico saben realmente cómo funcionan. El conocimiento no está documentado, no está compartido y, en muchos casos, tampoco está automatizado.
Estas preguntas permiten anticipar el riesgo tecnológico:
Cuando las respuestas revelan concentración y procesos muy manuales, estamos ante un punto crítico. Si esas personas clave no continúan o si no se transfiere el conocimiento, se pierde el control sobre partes fundamentales del sistema. El resultado: parálisis operativa, bloqueos en decisiones técnicas y costes crecientes por falta de continuidad.
No todos los problemas legales se detectan en un contrato. Algunos están escondidos en el propio software:
Uso de librerías con licencias restrictivas o no compatibles.
Manejo inadecuado de datos personales.
Falta de trazabilidad o ausencia de logs para auditorías.
Incumplimientos de normativas como GDPR.
Cuando estas prácticas salen a la luz, el impacto puede ser severo: desde sanciones regulatorias hasta la pérdida de confianza de clientes o inversores. En ocasiones, también implica tener que rehacer sistemas completos para alinear la tecnología con los requisitos legales, desviando tiempo, presupuesto y foco estratégico.
Algunos sistemas fueron diseñados solo para cubrir las necesidades actuales, sin contemplar el crecimiento. Funcionan, pero al exigirles más (ya sea en volumen, funcionalidades o expansión internacional) colapsan o requieren rediseños profundos.
Esto limita la capacidad de capturar nuevas oportunidades: impide escalar operaciones, dificulta el lanzamiento de nuevos modelos de negocio y retrasa la integración de nuevos equipos o mercados . En vez de acompañar la expansión, el software se convierte en un obstáculo que hay que sortear.
No se trata de eliminar todos los riesgos, sino de conocerlos a tiempo. Cuando los aspectos técnicos se auditan y se comprenden desde el principio, es posible anticipar contingencias, priorizar correctamente y asegurar una transición sin sobresaltos. Porque en cualquier operación de crecimiento, el verdadero potencial del negocio no solo está en su estrategia... sino también en la solidez de su tecnología impulsando así el valor.
En un proceso de fusión o adquisición, cada decisión impacta directamente en el valor que puede generar la operación. Y, aunque suele pasar desapercibida, la modernización del software heredado es una de las más críticas. No es solo una cuestión técnica: es una oportunidad estratégica para alinear la infraestructura tecnológica con la nueva visión del negocio.
Modernizar significa decidir qué sistemas conservar, cuáles transformar y cuáles eliminar del ecosistema digital. Cuanto antes se tome esta decisión (idealmente desde la fase de due diligence), mayor será la agilidad para integrar, generar sinergias y avanzar sin lastres tecnológicos.
A continuación, los principales motivos por los que conviene abordar la modernización desde el inicio del proceso de integración:
Racionalizar sistemas heredados es una de las formas más directas de generar valor. Según Deloitte, consolidar o eliminar entre el 20 % y el 50 % del footprint tecnológico puede reducir significativamente gastos en licencias, infraestructura y soporte.
Además, integrar redes, centros de datos y hardware puede generar ahorros adicionales del 10 % al 30 %. Esta simplificación libera recursos clave, mejora la eficiencia operativa y prepara una arquitectura más ligera y alineada con los nuevos objetivos.
Una integración tecnológica bien ejecutada acelera la captura de valor. McKinsey estima que las empresas con procesos sólidos de integración (incluyendo TI) obtienen retornos al accionista (TRS) entre 6 y 12 puntos porcentuales superiores frente a quienes integran deficientemente.
Y es una tendencia creciente: en 2022, el 60 % de las empresas definían su modelo operativo post-fusión desde la due diligence, frente a solo el 25 % en 2019, según PwC. Además, el 41 % de las compañías más exitosas comienza a trabajar en tecnología desde la selección del objetivo.
Como señala BCG, la tecnología no solo representa más del 10 % de las sinergias en un deal, sino que también habilita hasta el 85 % de las sinergias operativas. Lo contrario, integrar sin modernizar, puede retrasar a una organización de 3 a 4 años frente a competidores más proactivos.
Más allá del ahorro, modernizar impacta directamente en la productividad. McKinsey estima mejoras del 20 % en eficiencia y del 15 % en productividad de los equipos cuando se eliminan redundancias y se trabaja sobre procesos unificados.
Ignorar este punto puede salir caro: según Vorecol, las empresas pueden perder hasta 5 millones de dólares al año por ineficiencias como tareas duplicadas, errores de reconciliación o reprocesos manuales. Modernizar desde el principio es clave para evitar estos cuellos de botella y sostener el crecimiento.
Modernizar el software heredado durante una fusión permite reducir costes, acelerar resultados y mejorar el rendimiento operativo. Las organizaciones que adoptan una estrategia tecnológica desde las primeras fases del M&A logran sinergias de mayor calidad, entregas más rápidas y un mejor posicionamiento competitivo.
En Codurance, abordamos la modernización en M&A con un enfoque estratégico y progresivo. Evaluamos a fondo el estado del software, priorizamos dónde se genera más valor y ejecutamos con foco en la estabilidad y la alineación con los objetivos del negocio. No se trata de rehacer todo, sino de modernizar con intención.
Porque en una adquisición, la tecnología no debe ser un freno, sino un catalizador del crecimiento. Y los datos lo confirman: una estrategia de modernización bien ejecutada puede reducir hasta un 30 % los costes de integración.
RECUERDA: En una adquisición, el software no es solo un activo técnico: es el reflejo real del potencial de una empresa para escalar, integrarse y sostener el crecimiento. Su estado impacta directamente en la valoración, los costes de integración y la velocidad de captura de sinergias. Sistemas heredados, deuda técnica, riesgos legales o dependencia de personas clave pueden transformar una buena oportunidad en un problema costoso. Modernizar a tiempo (evaluando qué mantener, qué transformar y qué eliminar) no solo reduce riesgos invisibles, sino que acelera la creación de valor. Porque en M&A, una base tecnológica sólida no es un lujo, es una condición para que el futuro funcione. |
Antes de cerrar una operación de adquisición, hay una pregunta clave que no puede quedar sin respuesta: ¿está la tecnología de esta empresa realmente preparada para sostener el crecimiento proyectado? Es en este momento donde la Technical & Product Due Diligence (T&PDD) juega un papel muy importante, proporcionando una visión completa de la capacidad tecnológica del negocio.
Una T&PDD no se limita a verificar si el software "funciona". Su propósito es evaluar si la tecnología puede escalar, adaptarse y mantenerse relevante a lo largo del tiempo. Una due diligence técnica y de producto bien ejecutada permite ir más allá del código y descubrir qué factores están impulsando, o podrían frenar, la entrega de valor en el futuro post-adquisición.
Los puntos clave que aborda una T&PDD incluyen:
Realizar una T&PDD permite permite detectar barreras que pueden frenar el crecimiento, anticipar los costes reales de integración, identificar obstáculos invisibles y ajustar las expectativas con datos precisos. A menudo, los hallazgos de este análisis pueden cambiar el rumbo de la operación: desde renegociaciones del acuerdo hasta modificaciones en la estrategia o incluso la decisión de no seguir adelante con la adquisición.
La Technical & Product Due Diligence (T&PDD) es una herramienta estratégica fundamental para validar si la tecnología de una empresa puede soportar el futuro que se proyecta con la inversión. A diferencia de la due diligence legal o financiera, la T&PDD se enfoca en el aspecto técnico del negocio: desde los sistemas y procesos hasta las personas clave involucradas.
En empresas cuyo producto es el núcleo del negocio (como plataformas SaaS, marketplaces o servicios tecnológicos), este análisis puede ser la diferencia entre adquirir una promesa o una base tecnológica sólida.
Una T&PDD no se limita a una simple auditoría técnica. Es una inmersión profunda en la infraestructura tecnológica de la empresa, donde se evalúa si la maquinaria digital que impulsa el negocio podrá sostener el crecimiento proyectado. No basta con saber si el sistema "funciona" hoy. Es esencial comprender si puede escalar, adaptarse y resistir en el tiempo.
Para ello, se analizan varios componentes clave:
Propiedad intelectual: aseguramiento de los activos tecnológicos y derechos asociados al software.
Una evaluación técnica y de producto bien ejecutada tiene el poder para transformar la visión del deal. Los resultados de una T&PDD permiten ajustar la visión del deal basándose en datos objetivos, lo que facilita tomar decisiones informadas y realistas. Gracias a esta visibilidad, es posible:
En algunos casos, la evaluación técnica confirma que la inversión es sólida y escalable. En otros, revela debilidades críticas que obligan a revisar la estrategia o incluso a dar un paso atrás. Pero en todos los casos, su valor es el mismo: aportan certezas en un terreno donde las suposiciones pueden salir muy caras.
Para que las decisiones estratégicas estén bien fundamentadas, no basta con obtener buenos hallazgos: es esencial que la T&PDD siga una estructura clara y consistente. Aunque cada compañía presenta desafíos únicos, el proceso se organiza generalmente en las siguientes etapas para construir una visión completa y accionable del estado tecnológico del negocio:
Entrevistas con perfiles clave: CTOs, responsables de producto, líderes técnicos y otros stakeholders relevantes aportan contexto y visión estratégica.
Revisión de código y arquitectura: análisis del estado actual del software, la deuda técnica presente, el nivel de automatización y la adherencia a buenas prácticas.
Evaluación de procesos y herramientas: se examinan la eficiencia operativa, la agilidad del equipo, los flujos de trabajo y la madurez de las prácticas de entrega continua.
Análisis de equipo y conocimiento: se identifica la estructura del equipo, el talento clave, el grado de documentación técnica y los riesgos asociados a la concentración de conocimiento.
Análisis de producto: revisión de su evolución funcional, el nivel de validación de mercado, la claridad de su visión estratégica y los posibles cuellos de botella para escalar.
Este proceso se aborda de forma integral, desde el análisis técnico inicial hasta la ejecución post-adquisición, con un enfoque orientado a la continuidad, el cambio y la generación de valor sostenible (modernización tecnológica, gestión del cambio, capacitación de equipos y fortalecimiento de procesos técnicos y organizativos). Identificar los riesgos es solo el primer paso; lo que realmente transforma una adquisición es saber cómo enfrentarlos y convertirlos en oportunidades de crecimiento.
No todo software heredado implica el mismo tipo de riesgo en un proceso de adquisición. Comprender la naturaleza técnica del software legacy es crucial para anticipar el esfuerzo de modernización y tomar decisiones informadas desde el primer análisis. Clasificar los sistemas según su complejidad y valor estratégico permite diseñar un roadmap realista y alinear las prioridades técnicas con los objetivos del deal.
En este contexto, encontramos varias categorías de software que presentan distintos niveles de riesgo y requieren enfoques diferentes:
Esta clasificación permite priorizar esfuerzos, anticipar cuellos de botella y asignar recursos de manera más eficiente. Mientras una solución simple puede modernizarse rápidamente y liberar valor de forma inmediata, un producto IP-rich exigirá una transformación progresiva centrada en preservar el conocimiento que lo hace valioso.
Alinear este enfoque con la intención estratégica del deal, ya sea para escalar, integrar o reinventar, optimiza la inversión técnica y reduce el riesgo de disrupciones post-adquisición. En Codurance, acompañamos este proceso de principio a fin, asegurando que cada decisión técnica esté al servicio del negocio y su crecimiento sostenible.
Decidir si modernizar o reemplazar un sistema heredado es una decisión estratégica que debe tomarse con un análisis exhaustivo. No se trata solo de cuánto cuesta transformar el sistema, sino de cuánto valor puede seguir generando para el negocio y cuál es el impacto de seguir manteniéndolo sin cambios. Para tomar esta decisión con criterio, hay varios factores que deben considerarse desde el inicio:
Si el software encapsula lógica de negocio crítica o una ventaja competitiva difícil de replicar, modernizar suele ser una opción más rentable que reemplazar. La modernización permite preservar el valor diferencial del sistema y aprovechar los activos existentes.
Las integraciones con terceros, las regulaciones específicas del sector o los vínculos con proveedores particulares pueden limitar el margen de maniobra y afectar tanto a la modernización como al reemplazo del sistema. Estas dependencias externas deben ser cuidadosamente evaluadas antes de tomar una decisión.
Más allá del análisis técnico, es crucial realizar una evaluación realista del coste-beneficio. Esto implica tener en cuenta no solo el esfuerzo de desarrollo, sino también:
Todo esto debe medirse a la luz de los objetivos estratégicos que la adquisición busca cumplir. Porque modernizar o reemplazar un sistema no es el fin en sí mismo, sino el medio para lograr algo más grande. Y esos objetivos pueden incluir:
Escalar rápidamente.
Integrar operaciones de forma eficiente.
Reducir costes estructurales.
Desarrollar nuevos servicios digitales.
Es fundamental trabajar de la mano con los equipos técnicos y de negocio para asegurarse de que cada decisión esté alineada con la visión a largo plazo. El objetivo es construir sistemas sostenibles, flexibles y que puedan acompañar el crecimiento continuo. En tecnología, lo importante no es solo lo que se cambia, sino para qué se cambia.
Imagina una empresa recién adquirida: entusiasmo, nuevas metas y una presión latente por obtener resultados inmediatos. En este escenario, la tecnología puede convertirse en un trampolín hacia el crecimiento… o en una trampa que limite el avance. Cuando se aborda con visión estratégica, la modernización tecnológica se transforma en una verdadera palanca de valor, capaz de acelerar la integración, liberar el potencial de crecimiento y eliminar los frenos que dificultan la innovación. ¿Cómo se logra esto en la práctica?
Una infraestructura moderna no solo sostiene el negocio, sino que lo impulsa. Permite escalar sin fricciones, lanzar productos con mayor velocidad y adaptarse a nuevas líneas estratégicas con agilidad. En contextos post-adquisición, donde los planes de expansión suelen ser ambiciosos, contar con sistemas que acompañen ese ritmo es clave para cumplir objetivos sin dilaciones.
En toda adquisición hay un inevitable choque de sistemas. La modernización suaviza este impacto al permitir la exposición de servicios, el desacoplamiento de componentes y la adopción de estándares tecnológicos comunes. ¿El resultado? Equipos que se comunican mejor, tecnologías que se integran de forma más fluida y operaciones que avanzan sin duplicidades ni cuellos de botella.
En mercados cada vez más dinámicos, la rapidez es una ventaja competitiva. La adopción de arquitecturas modernas (como microservicios, APIs bien definidas o pipelines de CI/CD) permite que los equipos operen con mayor independencia, reduciendo la distancia entre la idea y el lanzamiento. Esto se traduce en una respuesta más ágil a las necesidades del negocio.
La deuda técnica no solo es un legado del pasado, sino un freno real al futuro. La modernización ayuda a limpiar el terreno: mejora la calidad del software, simplifica el mantenimiento, reduce los costes operativos y libera a los equipos para enfocarse en lo que realmente genera valor. El resultado es una mayor capacidad de innovación sostenida.
En un proceso de adquisición, cada minuto cuenta. Actuar desde el primer análisis con una estrategia de modernización bien definida puede marcar la diferencia entre una transformación con impacto… o un proceso lleno de obstáculos. Diseñar una hoja de ruta alineada con los objetivos del negocio es fundamental para asegurar resultados tangibles desde el inicio, minimizando riesgos y maximizando el retorno de la inversión tecnológica.
Modernizar no es un ‘big bang'. Toda transformación comienza con una intención, pero llevar esa intención a la realidad requiere más que solo ideas inspiradoras: necesita dirección clara, prioridades definidas y un roadmap de modernización sólido. En un proceso de adquisición, donde el tiempo es crítico y los sistemas heredados suponen un freno, una hoja de ruta bien diseñada es el puente entre el potencial de negocio y la entrega de valor tangible.
Una modernización efectiva no es un cambio abrupto, sino un proceso bien estructurado. No se trata de reescribirlo todo de golpe, ni de aplicar soluciones improvisadas. El verdadero avance surge de saber por dónde empezar y qué priorizar.
Acciones de corto plazo (0–3 meses): quick wins con alto impacto
Primeros pasos que preparan el terreno: desacoplar módulos críticos, añadir observabilidad, actualizar librerías obsoletas o eliminar cuellos de botella. Son movimientos tácticos que resuelven fricciones inmediatas y generan confianza en el proceso.
Acciones de medio plazo (3–9 meses): arquitectura y escalabilidad
Es el núcleo de la transformación. Aquí se mejoran los sistemas clave, se refactorizan flujos, se optimiza la arquitectura y se alinean los equipos con una nueva forma de operar. Se empieza a construir una base sólida para el crecimiento sostenible.
Acciones de largo plazo (9–18 meses): consolidación y futuro
Llega el momento de escalar: re-escrituras de servicios críticos, despliegue de nuevas plataformas, y reemplazos parciales que sustentan el negocio a largo plazo. Aquí se consolida la evolución y se desbloquean nuevas oportunidades.
Una modernización sin métricas es como navegar sin brújula. Para que cada fase aporte valor real, es clave medir, ajustar y evolucionar con base en datos. Estas son algunas métricas esenciales:
Estas métricas no son burocracia. Son señales que permiten minimizar riesgos, detectar desviaciones y maximizar el impacto de cada acción.
Modernizar es transformar con seguridad. Las organizaciones más exitosas aplican prácticas que reducen la incertidumbre y protegen la experiencia del usuario:
Por nuestra experiencia sabemos que una modernización no es solo un reto técnico: es una palanca para acelerar la creación de valor después de una adquisición.
Por eso, no solo diseñamos el roadmap, sino que lo ejecutamos junto a nuestros clientes, asegurando que cada paso esté alineado con los objetivos estratégicos. Con prácticas modernas de arquitectura, ingeniería y agilidad, convertimos una visión ambiciosa en una realidad tangible.
RECUERDA: Antes de cerrar una adquisición, es clave entender si la tecnología de la empresa puede escalar, integrarse y sostener el crecimiento que promete. Una Technical & Product Due Diligence (T&PDD) permite anticipar riesgos invisibles, evaluar la madurez técnica del producto, identificar bloqueos operativos y estimar el esfuerzo real de integración o modernización. Más que una auditoría, es una herramienta estratégica que convierte incertidumbre en evidencia, y que permite tomar decisiones de inversión con una visión clara, realista y alineada con el valor futuro del negocio. |
Una Technical & Product Due Diligence (T&PDD) bien ejecutada evalúa el estado de los sistemas, destapa qué impulsa o frena el crecimiento del negocio. Pero el análisis es solo el inicio, el verdadero diferencial viene después: cuando hay que actuar, priorizar y convertir hallazgos técnicos en decisiones estratégicas con retorno medible.
Sabemos cómo hacer que esa transición sea efectiva, y por eso acompañamos a nuestros clientes para transformar un informe técnico en una hoja de ruta clara, priorizada y orientada a resultados. Porque el objetivo no es solo modernizar sistemas, sino generar valor visible desde el primer trimestre tras el deal.
Priorización post-adquisición: foco en lo que mueve el negocio
No todos los problemas ni oportunidades tienen el mismo peso. Ayudamos a clasificar cada iniciativa según:
Impacto en KPIs de negocio: time-to-market, eficiencia, escalabilidad, compliance
Urgencia: riesgos técnicos, bloqueos para la integración o el crecimiento
Esfuerzo: complejidad técnica, recursos necesarios, dependencias
Retorno esperado: ahorro, agilidad, nuevas líneas de negocio
Utilizamos frameworks como RICE o Cost of Delay para tomar decisiones basadas en datos, no en intuiciones. Así, cada paso técnico se conecta con objetivos concretos del negocio.
Quick wins con alto impacto: resultados rápidos que generan tracción
Tras una adquisición, demostrar resultados rápidos es clave para generar confianza. Diseñamos acciones tácticas de corto plazo que:
Eliminan cuellos de botella inmediatos (como despliegues lentos o módulos críticos mal diseñados)
Aumentan la moral del equipo y la confianza de los stakeholders
Validan hipótesis técnicas y estratégicas
Estos quick wins son catalizadores: generan impulso, reducen resistencias al cambio y sirven como prueba de concepto para la estrategia de modernización.
Involucrar a los stakeholders desde el diseño del cambio
Una transformación tecnológica efectiva no es solo responsabilidad del área técnica. Por eso trabajamos desde el principio con perfiles de negocio, inversión y operaciones para:
Alinear objetivos y prioridades
Traducir problemas técnicos en riesgos y oportunidades comprensibles para todos
Asegurar patrocinio y presupuesto
Establecer mecanismos de gobernanza y seguimiento
No imponemos un roadmap, lo construimos juntos. Así, cada stakeholder entiende cómo las decisiones técnicas impactan en el éxito del deal.
Roadmap accionable con hipótesis de valor y métricas claras
Cada acción técnica responde a una hipótesis de valor. No se trata de refactorizar “porque sí”, sino de lograr mejoras medibles:
Refactorización → menos errores → mejor experiencia de cliente (NPS)
Automatización de despliegues → menor lead time → mayor frecuencia de entregas
Rediseño modular → más autonomía → mayor escalabilidad organizativa
Medimos ese impacto con métricas como:
Frecuencia de despliegue (Deployment Frequency)
Tiempo de entrega (Lead Time for Changes)
Tasa de errores post-despliegue (Change Failure Rate)
Tiempo medio de recuperación
Costes evitados por errores o fricciones
Esto convierte cada inversión técnica en un argumento estratégico frente al comité directivo o el fondo.
Escalabilidad y sostenibilidad desde el primer día
Modernizar sistemas tras una adquisición no significa aplicar parches. Significa preparar al negocio para crecer con solidez. Por eso equilibramos quick wins con cambios estructurales que:
Eliminan deuda técnica acumulada
Reducen la dependencia de personas clave
Fortalecen la arquitectura para escalar productos o integraciones futuras
Habilitan prácticas modernas como microservicios, feature toggles o canary releases
Diseñamos planes que permiten avanzar de forma progresiva, segura y medible, reduciendo la incertidumbre operativa y maximizando la capacidad de adaptación.
RECUERDA: Convertir hallazgos técnicos en valor real no es una cuestión de tecnología, sino de enfoque. Se necesita criterio para priorizar, claridad para ejecutar, lenguaje común para alinear y métricas para demostrar impacto. |
En Codurance, no dejamos a nuestros clientes con un diagnóstico: los acompañamos en el diseño y ejecución de una transformación tecnológica que habilite el crecimiento, desde el primer trimestre post-adquisición hasta el largo plazo. Porque una adquisición no garantiza éxito por sí sola: para que realmente genere valor (es decir, crecimiento, eficiencia, integración fluida, innovación), la tecnología de la empresa adquirida debe estar preparada para sostener ese cambio.
En otras palabras: Puedes tener una gran estrategia de negocio, pero si el software no escala, no es seguro, depende de personas clave o impide integrarse bien, ese valor potencial se pierde.
Nosotros aproximamos la modernización tecnológica para maximizar el valor de las inversiones como una estrategia integral, combinando excelencia técnica con evolución organizativa. Somos una consultora tecnológica con equipos expertos en Software Craftsmanship, agilidad y escalabilidad. Ayudamos a las empresas a:
Escalar con sistemas sostenibles
Acelerar la innovación sin perder fiabilidad
Integrarse rápidamente tras fusiones o adquisiciones
Reducir la deuda técnica y los riesgos de dependencia
Con cada proyecto, nuestro objetivo es claro: convertir la tecnología en un motor real de crecimiento y no en un cuello de botella por eso somos el partner tecnológico de confianza para fondos de Private Equity y scaleups respaldadas por Venture Capital, acelerando su crecimiento mediante fusiones y adquisiciones (M&As) en todas las fases del ciclo de inversión.
Con una sólida trayectoria en sectores como retail, salud, banca y hospitalidad, entregamos resultados tangibles gracias a:
Frameworks propios que maximizan velocidad sin comprometer calidad
Equipos altamente especializados y distribuidos globalmente
Capacidades para integrarse desde el primer día y generar impacto temprano
En contextos como una adquisición, el verdadero valor no se captura solo con una buena estrategia, si no que se materializa cuando la tecnología está lista para sostenerla. Te dejamos información adicional para que tengas más detalles sobre cómo abordamos los proyectos de transformación tecnológica con los que maximizar el valor de la inversión.
Una reflexión desde más de una década de experiencia en proyectos de transformación tecnológica:
Hablemos. Te ayudamos a detectar riesgos ocultos y oportunidades reales con nuestro enfoque de Due Diligence técnico y de producto.