Cómo convertir la integración tecnológica en una ventaja competitiva en procesos de M&A

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Cómo convertir la integración tecnológica en una ventaja competitiva en procesos de M&A
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Cuando pensamos en fusiones y adquisiciones (M&A), solemos imaginar la firma del acuerdo como el gran momento que marca la operación. Sin embargo, cualquiera que haya vivido de cerca un proceso de este tipo sabe que el verdadero reto empieza después. Integrar organizaciones con sistemas, procesos y culturas diferentes es un desafío apasionante, pero también lleno de riesgos. 

De hecho, los datos son contundentes. Según Harvard Business Review y el IMAA Institute, entre el 70% y el 90% de los deals no alcanzan el valor esperado, y hasta un 70% de las sinergias proyectadas se pierden por problemas de integración tecnológica. En otras palabras, no es la falta de capital ni de ambición lo que suele hacer fracasar a una adquisición, sino las barreras ocultas que impiden que la tecnología acompañe al negocio.

Riesgos tecnológicos que frenan las fusiones y adquisiciones

En nuestra experiencia, los problemas más graves suelen descubrirse demasiado tarde. Los sospechosos habituales de esas cifras tan abrumadoras con las que hemos empezado este post son: deuda técnica oculta, plataformas que no escalan, brechas de seguridad, equipos en silos, integraciones sin estándares, productos sin verdadero market fit y procesos manuales que erosionan el margen.

  • Deuda técnica y costes ocultos en M&A: disparan los costes y complican la integración.
  • Escalabilidad y seguridad comprometidas: plataformas que no escalan con el negocio o vulnerabilidades que afectan la confianza.
  • Vulnerabilidades de seguridad que derivan en sanciones y pérdida de confianza.

  • Procesos manuales y silos de datos que ralentizan reporting y decisiones.

  • Equipos desalineados o con cultura fragmentada, que pierden talento en los primeros meses.

  • Productos con market fit ilusorio: inversiones que no logran el retorno esperado.

Cada una de estas situaciones no solo afecta a la integración, sino que tiene un impacto directo en el retorno de la inversión, y ahí es donde verdaderamente se complica la cosa. 

Product & Technology Due Diligence (PTDD)

En este punto es donde entra en juego la Product & Technology Due Diligence (PTDD). Pero conviene aclarar algo: para nosotros, no se trata simplemente de revisar tecnología antes de invertir. El verdadero valor está en utilizar esos hallazgos como base de un plan post-adquisición que genere resultados visibles en semanas, no en años.

Mientras que otras consultoras entregan informes estáticos, nosotros aplicamos tres principios diferenciales:

  1. Del diagnóstico a la acción: nuestros hallazgos se convierten en un roadmap operativo para los primeros 100 días.

  2. Visión integral Producto + Tecnología: evaluamos tanto la estrategia y el market fit como la arquitectura, prácticas de ingeniería, seguridad y talento.

  3. Best practices probadas: aplicamos estándares de ingeniería moderna (testing automatizado, CI/CD, monitorización proactiva, modularidad arquitectónica, transferencia de conocimiento) desde el inicio para acelerar resultados.

Este enfoque convierte la PTDD en un catalizador estratégico y no en una mera check list de control de riesgos estándar. 

Si echamos la vista atrás estaremos de acuerdo en que durante muchos años, la Technical Due Diligence se ha percibido como un informe defensivo que había que completar para mitigar riesgos. En Codurance creemos que el valor real de una Technical Due Diligence está en convertirse en un punto de partida activo y estratégico.

Una PTDD bien planteada permite:

  • Identificar vulnerabilidades críticas
  • Evaluar la madurez de los equipos.
  • Detectar oportunidades de ahorro inmediato.
  • Diseñar un plan progresivo que conecta la dimensión técnica con las métricas de negocio.

De esta forma, lo que antes era tan solo un documento se convierte en una hoja de ruta para los primeros 100 días de integración, y eso marca una gran diferencia, la que existe entre perder tracción con un informe que solo habla de riesgos, y la posibilidad de alinear a inversores y equipos, garantizar continuidad del plan de crecimiento y acelerar la creación de valor.

Los retos de integración son bien conocidos (los sospechosos habituales de los que hablamos al principio), deuda técnica, falta de escalabilidad, riesgos de seguridad, equipos con culturas diferentes… si le sumamos la presión de los mercados y la necesidad de mostrar resultados tempranos el cocktail es absolutamente explosivo. 

En nuestra andadura nos hemos enfrentado a este tipo de contextos y como la experiencia es la madre de todas las ciencias hemos desarrollado un marco que abarca todo el ciclo de inversión y propone intervenciones específicas en cada etapa del ciclo: 

  • Antes de la inversión: si hay urgencia y solo se requiere un análisis para apoyar decisiones Go/No-Go realizamos análisis rápidos (Rapid Red Flag). Si lo que se necesita son evaluaciones profundas y completas (Comprehensive PTDD) aplicamos un análisis en el que examinamos diez pilares: desde producto y experiencia de cliente hasta arquitectura, seguridad, cultura y gobierno.
  • Tras la adquisición: con todo lo identificado aplicamos un plan de 100 días en el que traducimos los hallazgos en acciones concretas, y ofrecemos supervisión continua para garantizar que el retorno llegue antes.
  • En la etapa de salida (exit): apoyamos con auditorías, documentación de calidad inversora y preparación para maximizar la valoración.

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Este enfoque nos permite no solo detectar riesgos, sino transformarlos en oportunidades de mejora que protegen y multiplican el valor de la inversión. Por eso para nosotros la Tech Due Diligence solo es el principio de un plan mucho más ambicioso y estratégico

Los primeros 100 días de integración tecnológica en M&A

Si hay un momento decisivo en la vida de una adquisición, son los primeros 100 días tras el cierre. Es el periodo en el que los inversores esperan señales claras de retorno, los equipos buscan certezas (algo fundamental en estos momentos) y el mercado observa si la operación era realmente sólida.

En este escenario, nuestro trabajo consiste en que esos 100 días no sean un periodo de incertidumbre, sino una fase de acción coordinada: ¿Cómo lo hacemos? 

  • Elaboramos un roadmap.
  • Resolvemos vulnerabilidades críticas con urgencia. 
  • Alineamos a los equipos.
  • Supervisamos la ejecución.

Los resultados no se hacen esperar, y se observan rápidamente: se reducen los riesgos, re refuerza la confianza de los stakeholders, se generan sinergias necesarias, se retiene talento; en definitiva: se crea una base sólida para crecer a largo plazo. Como solemos decir, actuar rápido y con solvencia en esta ventana de tiempo no es opcional, es lo que va a marcar el rumbo de toda la integración.

Escalar hacia resultados sostenibles en fusiones y adquisiciones

Una vez superada la fase inicial, llega el momento de acelerar. Aquí el objetivo ya no es solo estabilizar, sino transformar de una manera estructural.

En este punto nuestro foco va estar en:

  • Ejecutar los planes de crecimiento con precisión.
  • Incorporar conocimiento especializado cuando sea necesario.
  • Aumentar capacidad sin que el negocio se vea afectado. Importantísimo. 
  • Modernizar progresivamente la arquitectura.

Y de esta manera es como logramos que las compañías evolucionen hacia modelos más escalables, con costes optimizados, equipos cohesionados y procesos automatizados que les permiten ganar la velocidad que necesitan sin perder control (algo que todas temen) 

Preparar los activos tecnológicos para el exit

Y llegamos al final de la historía, porque ya sabemos que en algún momento, toda inversión se enfrenta al momento de la salida, y cuando ese momento llega, lo que marca la diferencia es cómo nos preparamos para ese momento y sobre todo el manejo de las expectativas. No debemos olvidar que los inversores esperan activos sólidos, con documentación clara y sin sorpresas ocultas, así que nuestra labor consiste en asegurar que cada compañía esté lista para pasar ese examen con nota. ¿Cómo lo hacemos? 

  • Realizamos auditorías técnicas y de producto para validar la solidez de los activos del portfolio.
  • Analizamos procesos y tecnología para identificar riesgos y fortalezas relevantes para inversores.
  • Preparamos documentación clara y rigurosa para data rooms, transmitiendo transparencia y confianza.
  • Anticipamos y resolvemos problemas críticos antes de la negociación, protegiendo la valoración.
  • Aportamos visión estratégica sobre producto y tecnología para reforzar la narrativa de exit.

Solo así, la preparación para el exit deja de ser un trámite administrativo y se convierte en un ejercicio estratégico de creación de valor, y solo así vamos a poder cumplir con las expectativas. 

El factor humano en la integración tecnológica

Sería un error pensar que todo esto es únicamente un asunto exclusivamente de tecnología. En nuestra experiencia, estos procesos de modernización solo generan verdadero impacto cuando viene acompañada de nuevas formas de trabajar.

Por eso, además de identificar riesgos técnicos, también analizamos talento, cultura y dinámicas de colaboración.

Involucrar a los equipos en los quick wins, comunicar con transparencia y reforzar sus capacidades siempre que lo necesiten es lo que convierte la integración en un trampolín para crecer. En última instancia, no hay que olvidar que son las personas quienes hacen posible que la tecnología se transforme en verdadera ventaja competitiva.

Best practices que marcan la diferencia

Llevamos tiempo aplicando el marco PTDD y eso nos ha permitido sistematizar un conjunto de buenas prácticas tecnológicas que se despliegan a lo largo de todo el ciclo de inversión, desde la due diligence previa, pasando por la estabilización inicial y la fase de aceleración, hasta la preparación para el exit. 

  • Reingeniería arquitectónica y escalabilidad: desde la fase previa (diseño del “target state” y estimación de costes de modernización) hasta la post-adquisición (eliminación rápida de cuellos de botella, descomposición modular, migraciones progresivas y optimización de costes en la nube).

  • Testing robusto y CI/CD automatizado: primero como gap analysis en la PTDD para medir calidad y lead time; después con la implantación de pipelines mínimos viables en los 100 días iniciales, y más adelante con despliegues frecuentes, trunk-based development y feature flags.

  • Monitorización proactiva y analítica de rendimiento: empezando por el “health baseline” antes del deal, pasando por la observabilidad básica y alertas tempranas en la fase de estabilización, hasta llegar a métricas SLO/SLA y analítica predictiva (FinOps, PerformOps) en la fase de aceleración.

  • Gobernanza clara y gestión ordenada de dependencias: identificación de licencias, riesgos de IP y controles de acceso en la due diligence, estandarización de procesos y catálogos de servicios en la integración, y cumplimiento continuo (OWASP, ISO, GDPR) en la etapa de crecimiento y preparación para el exit.

  • Equipos híbridos y transferencia de conocimiento: definición del modelo de delivery antes del cierre, despliegue de pods mixtos y pairing en los primeros meses, y creación de comunidades de práctica y planes de sucesión para garantizar continuidad y reducir dependencia externa en la fase de aceleración y salida.

Aplicadas con agilidad y en la secuencia adecuada, estas prácticas convierten plataformas en crisis en motores de crecimiento sostenido y preparan a las organizaciones para escalar, innovar y maximizar el valor de su inversión.

Casos reales de impacto en fusiones y adquisiciones

A lo largo de los últimos años, hemos acompañado a diferentes clientes en operaciones de distinto tamaño y complejidad. El común denominador de todos los casos ha sido que lo que ha marcado la diferencia ha sido transformar el análisis en acción:

  • En una adquisición, identificamos deuda técnica que permitió ahorrar €3,2M antes del cierre.
  • En otra, reingenierizamos una plataforma que pasó de 2 a 1.000 usuarios concurrentes en 90 días, acelerando la adopción un 40% en 18 meses.
  • En un tercer caso, introdujimos automatización e inteligencia artificial en procesos de reporting, reduciendo tiempos en un 80% y elevando márgenes de forma directa.

Estos son solo algunos ejemplos que ilustran lo que creemos firmemente: cada riesgo detectado es una oportunidad de crear valor.

Convertir cada M&A en una oportunidad de crecimiento

Las fusiones y adquisiciones fracasan demasiado a menudo no por falta de capital, sino por una integración tecnológica mal gestionada. Nuestro enfoque cambia ese paradigma y convierte el análisis previo en un plan de acción que asegura continuidad, acelera la integración y prepara los activos para maximizar su valor.

Para los inversores significa mayor visibilidad sobre el ROI y reducción de incertidumbre. Para los ejecutivos, una hoja de ruta clara que conecta decisiones técnicas con resultados financieros. Y para los equipos, la oportunidad de crecer y consolidar capacidades y confianza en el proyecto. 

En Codurance creemos que la tecnología no es solo un área de soporte en procesos de M&A, sino un catalizador estratégico de valor en todo el ciclo de inversión. Y por eso acompañamos a nuestros clientes a transformar cada operación en una oportunidad de crecimiento sostenible, resiliente y con impacto tangible.


Si estás explorando adquisiciones o preparando tu portfolio para la siguiente fase de crecimiento, agenda una sesión confidencial de 30 minutos con nosotros y descubre cómo transformar la due diligence en resultados tangibles. También puedes escribirnos a hello@codurance.com